SÓLO PARA LOS OJOS DE 80 PRIVILEGIADOS
Hay un departamento en Aston Martin llamado Q. que se encarga de los trabajos más lujosos y artesanales de la marca, y que ahora celebra sus primeros diez años de existencia, tiempo en el que ha creado otras series limitadas como el Victor, del que se hicieron 77 coches; el Vulcan, del que se produjeron solo 24 unidades, o el Vantage V600, reservado a 14 clientes repartidos por todo el planeta. Y el Aston Martin DBR22, que se inspira en modelos legendarios de competición de la casa como el DB3S de 1953, famoso en su día por las curvas de su carrocería y su eficiencia aerodinámica, o el DBR1 de 1959, ganador en Le Mans con Carroll Shelby y Roy Salvadori al volante, podría ser aún más exclusivo que los tres citados.
No hablamos en realidad de un descapotable, sino directamente de un coche abierto, sin techo, lo que viene llamándose ‘open-cockpit’. Es decir, va un punto más allá del concepto roadster; porque también tiene dos plazas, pero mientras un roadster sí cuenta con un techo escamoteable que podemos quitar o poner, el DBR22 carece de capota. Como un monoplaza de competición, pero para el conductor y su acompañante, que aquí podríamos cambiar por piloto y copiloto. Sin duda, uno de los productos más asombrosos en los 109 años de historia de Aston Martin, empezando por unas líneas en las que sus diseñadores han echado el resto, pues la carrocería cuenta con un mínimo número de paneles para generar la impresión de una forma esculpida, y muy muscular.
No tiene un parabrisas al uso, sino que ha sido sustituido por un pequeño derivabrisas cuya función es ‘apartar’ el flujo de aire de los dos ocupantes a medida que ganamos velocidad.
Las llantas, de 21 pulgadas y con 14 radios, han sido especialmente diseñadas para el DBR22, y además de ser más ligeras de lo habitual cuentan con una tuerca central, como en los modelos de competición, y están disponibles en varios tonos a elegir. En cuanto al interior, uso masivo de la piel y de la fibra de carbono, y diseño limpio y sencillo pensado básicamente en el conductor/piloto, con tres puntos de atención principales: la instrumentación, la pantalla central táctil de infoentretenimiento y los mandos agrupados en la consola central.
La marca de Gaydon ha elegido para su nueva criatura un 5.2 V12 de gasolina con doble turbocompresor que rinde 715 CV de potencia máxima y 753 Nm de par, valores que asociados a la transmisión automática de ocho marchas, con levas en el volante, permiten anunciar una aceleración de 0 a 60 millas por hora en 3,4 segundos (añadamos una o dos décimas para estimar el paso de 0 a 100 km/h) o una velocidad máxima de 319 km/h que, recordemos, consigue ‘al aire libre’…
Sólo se fabricarán 88 unidades. El precio, de 6 dígitos, empieza por el mismo número.
Alberto Zapata para LEXQUISITE Mag