En 1973, un comerciante irlandés llamado Patrick Murphy, compra una bodega llamada El Molino, y unas hectáreas de viñedo en el pago de Macharnudo, La Finca El Majuelo, para elaborar vinos de Jerez.
A finales del siglo XIX, uno de los sucesores, Pedro Domecq Loustau, recibió un encargo de un comerciante de Ámsterdam: “ 500 botas de aguardiente sin límite de tiempo ni precio” ( Al alcohol se le llamaba holandas porque era su principal destino)
Pero el comprador no pudo asumir el elevado precio y el propietario dio orden de almacenar las holandas en botas de vino de Jérez (Sherry Cask), y se guardaron en la Bodega de la Luz. Años después, sucedió el milagro, aquél líquido se había convertido en brandy. El primero, único y más original de los brandies españoles. Se comercializó en 1874 con el nombre de FUNDADOR. Hace 150 años.
Convertido en parte de la cultura española, ahora se enfrenta a su futuro con unos brandies de altísima calidad. Las 40 botellas del más excepcional, el Supremo, envejecido en barricas de oloroso durante 18 años se vendieron en una tarde a un empresario japonés al que teóricamente “ sólo le gustaba el whisky”.
Alberto Zapata para LEXQUISITE Mag