LA CARTUJA DE SEVILLA

180 AÑOS DE HISTORIA    

El Marqués Charles Pickman fundó La Cartuja de Sevilla en 1841. Este comerciante inglés se dedicaba a la importación de loza y cristal, pero las dificultades arancelarias eran tantas y el proteccionismo español tan fuerte que se animó a crear aquí su propia marca, con inspiración estética de la loza inglesa.

Para ello se instalaron en Andalucía decenas de artesanos y técnicos británicos que sabían como producirla.

Pickman llegó a la ciudad con la idea de construir una fábrica de la mejor calidad y así competir con las marcas inglesas, ahora exportando desde España.

La Cartuja de Sevilla alcanzó una gran notoriedad desde su nacimiento, y lució sobre las mesas de numerosas familias aristocráticas europeas, pasando a ser proveedora de la Casa Real de España en 1871. Actualmente conserva esa excelencia y calidad en cada uno de sus productos, manteniendo y creando diseños inigualables.

Y todo esto sería una aventura empresarial más si no fuera porque los artesanos de la fábrica parecían desvariar un poco… Comenzaron a decorar sus piezas con motivos nunca vistos en la cerámica española, en los platos aparecían pagodas, pájaros de cuento, paisajes que sólo se habían visto en cuadros de museos… Eran los paisajes imaginados que la burguesía de Andalucía empezó a querer en sus casas.

El moldeado es diferente según de qué tipo de pieza se trate. Hay una primera cocción en el horno, que dura unas 16 horas. Tras ella, sólo las piezas que cumplen con los exigentes estándares de calidad pueden continuar en el proceso. La técnica de decoración consiste en cubrir las piezas con calcomanías de la mejor calidad que transfieren sus inconfundibles diseños. La pre-quema es la segunda de las cocciones, y con ella se fija el color a la pieza, de ahí que los colores sean inalterables. Finalmente se realiza el esmaltado o vidriado, sumergiendo la pieza en barniz para así llegar a la tercera y última cocción.

La identidad y los productos de La Cartuja de Sevilla se vinculan con las nociones de viaje y exotismo. Símbolo de tradición comercial marítima, y de la Nobilísima Orden de Jarretera, utilizado tanto en las lozas como en las porcelanas europeas, el ancla es muy representativo e inseparable de la idea de apertura al mundo.

Otro detalle artesanal de La Cartuja de Sevilla es el pegado manual de las asas de las tazas, todas se fabrican, pegan y repasan una a una. Hasta dieciséis pares de manos distintas trabajan en la fabricación y pegado de cada asa.

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Alberto Zapata para LEXQUISITE Mag