BARRAGÁN

LIGHT, COLOUR AND SHAPES.

Luis Ramiro Barragán Morfín (Guadalajara, Jalisco, México, 9 de marzo de 1902 – Ciudad de México, 22 de noviembre de 1988) revolucionó la arquitectura mexicana con su visión vernácula y luminosa, creando un legado de color, siluetas cúbicas engañosamente sencillas, y jardines y patios serenos. Nacido en el seno de una acomodada familia de hacendados, Barragán pasaba los veranos de su infancia en una hacienda ubicada en las inmediaciones de La Manzanilla de la Paz, Jalisco, un entorno natural que le dejó una marcada impresión, y que contribuiría a impulsar su búsqueda de un ‘estilo mexicano universal’.

Entre 1919 y 1923 estudió Ingeniería Civil en la Escuela Libre de Ingeniería de Guadalajara, siguiendo un programa que le permitía obtener de forma simultánea el título de arquitecto.

El interés por la arquitectura le había nacido por la influencia que su profesor y mentor Agustín Basave desplegó sobre él. En 1925 se graduó y decidió que, antes de comenzar a ejercer, quería expandir sus horizontes por lo que puso rumbo a Europa, donde a pesar de no cursar ningún tipo de estudios formales aumentó enormemente sus conocimientos. En París asistió a la Exposición de Artes Decorativas de 1925, quedando muy impresionado por las imágenes de un jardín diseñado por Ferdinand Bac, con quien iniciaría una fructífera relación de amistad. En España e Italia se enamoró de la cultura mediterránea y musulmana y su influencia en la arquitectura: las ciudades, y sobre todo los jardines y el uso del agua como elemento expresivo en sitios como la Alhambra o el Generalife, influyeron profundamente en la formación de su visión creativa.

Luis Ramiro Barragán Morfín (9th March 1902 – 22nd November, 1988 from Guadalajara, Jalisco, Mexico, Mexico City) revolutionised Mexican architecture with his brilliant and vernacular vision, creating a legacy of colour, deceptively simple cubic silhouettes, and peaceful gardens and patios. Born into a wealthy family of property owners, Barragán used to spend the summers during his childhood on a farm located in the vicinity of La Manzanilla de la Paz, Jalisco. This place was a natural environment, which had a great influence on him, and contributed to inspire his search for a ‘universal Mexican style’.

Between 1919 and 1923, he studied Civil Engineering at the Escuela Libre de Ingeniería in Guadalajara, and followed a programme that let him obtain the title of architect at the same time.

His interest in architecture originated from the influence from his teacher and mentor, Agustín Basave. Following his graduation in 1925 Barragán decided he wanted to broaden his horizons before practising his profession, so he headed for Europe where he learned a great deal, even though he didn’t take any kind of formal studies. In Paris, he attended the International Exhibition of Modern Decorative and Industrial Arts in 1925, and was very impressed by the images of a garden designed by Ferdinand Bac, with whom he started what was to be a fruitful friendship. In Spain and Italy, he fell in love with the Mediterranean and Muslim cultures and their influence in architecture: the cities, and especially the gardens and the use of water as an expressive element in places such as Alhambra and Generalife, which had a profound influence in training his creative vision.

Aunque México y su cultura fueron siempre su mayor inspiración, estos viajes a Europa, y en especial al mediterráneo, y posteriormente a Marruecos, fueron fundamentales para querer dotar de una universalidad a su discurso mexicano, y para convencerse de la imprescindible importancia de la arquitectura paisajística.Una vez de vuelta en su Guadalajara natal, comenzó a ejercer reformando y proyectando viviendas particulares, aplicando un estilo derivado tanto de las influencias locales como de sus fuentes mediterráneas.

Su primer trabajo notable fue la remodelación de la casa de Emiliano Robles León, importante abogado tapatío.

En ella destacó el trabajo de la madera en barandales y puertas, diseñadas por el mismo Barragán, así como el patio central, dotado de una fuente. Muy satisfecho con el resultado, Robles León le encargó varios proyectos más, que contribuyeron a cimentar la reputación del joven arquitecto, quien vio como su carga de trabajo aumentaba exponencialmente, e incluso como algunas de sus obras eran publicadas en revistas estadounidenses e italianas. En 1940, y ya instalado en Ciudad de México, su pasión por el paisajismo y el deseo de no condicionar su creatividad a criterios de un cliente lo llevó a adquirir un amplio terreno en la entonces llamada Calzada de los Madereros. Ahí proyectó algunos jardines, vendiendo todos, menos uno, que se reservó y que hoy sigue formando parte de su célebre casa estudio, que levantó en 1947, y que en la actualidad funciona como museo y ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (el único inmueble individual en América Latina con esta distinción).

Although Mexico and his culture were always his greatest inspiration, these trips to Europe, and particularly to the Mediterranean and later to Morocco, were essential in wanting to provide universality to his Mexican discourse, and to be certain of the crucial importance of landscape architecture. Upon Barragán’s return to his native city of Guadalajara, he started refurbishing and designing private residential buildings, and applied a style that derived as much from his local influences as his Mediterranean ones.

His first notable job was the refurbishment of the house that belonged to an important lawyer from Guadalajara named Emiliano Robles León.

The work carried out on the handrails and doors stood out in the house which were designed by Barragán himself, as well as the main patio with the feature of a fountain. Very satisfied with the result, Robles León gave him several other projects that contributed to founding the reputation of the young architect who saw how his list of jobs increased exponentially, and even how some of his work were published in American and Italian magazines. In 1940, while he was already settled in Mexico City, his passion for landscaping and the desire to not condition his creativity to the criterion set by clients, led him to acquire a large piece of land named ‘Calzada de los Madereros’. On that plot, he designed gardens and sold all of them but one, which he reserved and still forms part of his famous studio house built in 1947, which presently functions as a museum, and has been declared by UNESCO as a World Heritage Site (the only individual building in Latin America with this distinction).

Durante estos años también tuvo un papel protagónico en uno de los proyectos inmobiliarios más grandes del México de la época: Los Jardines del Pedregal de San Ángel, para los que hizo el trabajo de planificación y urbanismo, y en los que estuvo trabajando entre 1945 y 1952. Durante los años siguientes continuó trabajando en proyectos similares, ayudando a dar forma al nuevo México que surgía bajo el impulso modernizador de las autoridades. Algunas obras destacadas de estos años son la reconstrucción del convento de las Capuchinas en Tlalpan, Jardines del Bosque, en Guadalajara, y la escultura urbana de las Torres de Satélite, en Ciudad de México. Su fama internacional fue creciendo con el paso de las décadas, para terminar de explotar definitivamente en 1976 cuando el Museo de Arte Moderno de Nueva York presentó la primera exposición sobre su obra y publicó el libro-catálogo de Emilio Ambasz. Su búsqueda de una arquitectura vernácula, y de moral pura, encontró resonancia en un mundo que anhelaba autenticidad y una manera de conjugar genius loci con universalidad. Ese mismo año gana el Premio Nacional de Arquitectura, y 4 años después el Pritzker, convirtiéndose en el segundo premiado en la historia del galardón, y en el primer latinoamericano en recibirlo.

During those years, he also had a leading role in one of the largest real estate projects in Mexico during that era: Los Jardines del Pedregal in San Ángel, for which he did the planning and urban development, and on which he worked between 1945 and 1952. Over the following years, he continued working on similar projects, helping to define the new Mexico that emerged as a result from the modernizing drive by the authorities. Some of the prominent works during these years are the reconstruction of the Convento de las Capuchinas in Tlalpan, the Jardines del Bosque in Guadalajara and the urban sculpture of the Torres de Satélite in Mexico City. His international fame grew as the decades passed by, and ended up definitively exploding in 1976 when the Museum of Modern Art in New York presented the first exhibition on his work and published the book/catalogue by Emilio Ambasz. His search for a vernacular architecture and pure moral found resonance in a world that longed for authenticity and a way of combining genius loci with universality. During that same year, he won the National Architecture Prize, and the Pritzker 4 years later to become the second prize-winner in the history of the award, and the first Latin American to receive this prize.

Ocho años después, y aquejado del mal de Parkinson, fallece en su casa estudio de Ciudad de México. Con su arquitectura, Barragán buscó construir un lenguaje con el que expresar el alma de su país, un abecedario que le permitiera articular la esencia de lo que entendía por México, pero narrándolo con elementos que resonaran universalmente.

Entendió que la historia de su México estaba en La Alhambra, en las ciudades italianas, o incluso en Marruecos.

Buscó la luz natural, el color, los jardines, las formas simples y de volúmenes sólidos, y los materiales honestos y sin pretensiones “Me parece importante que los espacios no resulten agresivos. Siempre utilicé formas bajas y permanentemente trabajé con ángulos rectos. He tenido en cuenta en todo momento, en mi trabajo, los planos horizontales y verticales y los ángulos de intersección. Esto explica el uso frecuente del cubo en mi arquitectura” declaró; una búsqueda que ayudó a dar forma al México moderno. Un proceso que le convirtió en inmortal.

Eight years later, after a hard battle with Parkinson’s, he passed away in his studio house in Mexico City. With his architecture, Barragán sought to construct a language with which could be used to express the soul of his country; an alphabet that let him articulate the essence of what he understood by Mexico, but to tell this with elements that resonate universally. 

Understood that the history of his Mexico was in La Alhambra, Italian cities and even in Morocco.

He sought natural light, colour, gardens, simple shapes, solid volumes and honest materials without pretensions, as he stated: “I think it’s important that areas are not aggressive. I always used low forms and permanently worked with right angles. At all times in my work, I had in my mind the horizontal and vertical planes and angles of intersection. This explains the frequent use of the cube in my architecture”. This was the search that helped him to define modern Mexico, and a process that became his immortality.